Laudomia es también Siena, ciudad en la que falleció en 1985 Italo Calvino, autor de Le città invisibili (Einaudi, Turín, 1972), libro que inspira este viaje de nuestro otro Italo.

En esta ciudad, que nunca llegó a tener más de 70.000 habitantes, han nacido cuatro papas (Juan I, Alejandro III, Pío III y Alejandro VII) y una larguísima nómina de pintores (Ambrogio y Pietro Lorenzetti, Simone Martini, Duccio di Buoninsegna, Sasetta, Francesco Vanni...) y otros artistas.

El corazón urbanístico de Siena es la Piazza del Campo, un amplio espacio en forma de abanico que acoge, dos veces al año (el 2 de julio y el 16 de agosto), la fiesta sienesa más popular: Il Palio, una carrera de caballos que representa a los distintos barrios o contrade de la ciudad.

Frente a esa Siena festiva del Palio, hay otra mucho más introvertida, que retrató a la perfección Federigo Tozzi (Siena, 1883-Roma, 1920) en su novela Con gli occhi chiusi (Treves, Milán, 1919) donde el existencialismo intimista de los personajes se mezcla con la extrañeza huraña de la urbe.

El origen del tiramisú, el postre italiano por excelencia, es confuso y se lo disputan sobre todo dos ciudades: Treviso y Siena. La versión más extendida es la que afirma que el postre se inventó en los años 60 del siglo XX, en un burdel de Treviso, en la región del Véneto. Sin embargo, los sieneses reclaman un origen mucho más antiguo, ya que se asocia a una visita que hizo el Gran Duque Cósimo III de Medici a Siena a finales del siglo XVII. Cósimo III era muy beato y austero, su única tentación conocida era la glotonería y las autoridades locales quisieron agasajarlo con un banquete en el que el principal atractivo fue un nuevo postre, el tiramisú.

En este viaje, Siena se llama Laudomia por Laudomia Forteguerri, poeta que nació y murió en Siena en el siglo XVI.